Orbert Davis: Lo extraordinario del riesgo

Por Dirección de Comunicación de la Universidad de las Artes

Buena música y excelentes músicos confluyeron en el Aula Magna de la Universidad de las Artes. Hablamos de la Orquesta Filarmónica de Jazz de Chicago, dirigida por el trompetista Orbert Davis Quintet. Hablamos también de un proceso de enseñanza dinámico, construido entre muchos, y es que instrumentistas de la Facultad de Música de la Universidad, de diversos conservatorios e instituciones de la cultura cubana, coincidieron en la orquesta sinfónica que acompañó a la agrupación norteamericana.

Desde mediados de semana las formaciones ensayan, se acoplan, ajustan tiempos, vuelven a comenzar un tema, se frustran y finalmente sonríen: jugar es la mejor manera de hacer música, dice Orbert Davis, “tocar no es un trabajo, es un disfrute”, lo mismo que escuchar música, añade. Ernie Adams en la batería, Leandro López Varady en el piano, Stewart Miller en el bajo y Steve Eisen en el saxofón tenor y la flauta completan la Filarmónica de Jazz y hacen suyas las palabras de Davis: todos disfrutan en escena la ejecución de sus instrumentos, la interpretación del vecino, la improvisación de uno de los músicos, los accidentes en la defensa de un tema, la conversación chispeante de Davis con los públicos, su dirigir impetuoso.

Y, por supuesto, este disfrute nos golpea del otro lado del escenario, nos hace parte de la magia en temas como Diáspora, El moreno, A lost panorama, Brewing the toxic stew, de Davis, o en clásicos como Do you know what it means to miss New Orleans o Misty, que sorprendió con la presentación de la violinista Wendy Oram como vocalista.

Un tema llama la atención: An afternoon with Mr. Bowie, la conversación que lo antecede esclarece aspectos fundamentales de la personalidad de Davis, nos permite entender las buenas energías que atraviesan a los músicos en escena, aunque antes, mucho antes, desde que lo vimos trompeta y partitura en mano, a un tiempo, nos convencimos de la fuerza y el virtuosismo de este creador, de su singularísima personalidad. Cuenta Davis sobre sus formas de componer: la idea de mezclar música clásica con jazz a veces no es apreciada por algunas personas: los entusiastas de la música clásica no quieren que te metas con los maestros, Stravinski en este caso; los que gustan del jazz dicen: solo queremos descargar… sin embargo, Davis apuesta por entrelazar ambos mundos. An afternoon with Mr. Bowie no deja dudas sobre lo extraordinario del riesgo.

Esta no es nuestra primera visita a Cuba, aclaró Davis: hace dos años, en nuestro primer viaje, nos quedamos maravillados y dijimos “volveremos”, y aquí estamos. De esos encuentros humanos, musicales y culturales nacieron dos temas: Patrimonio y Orlando´s walk, donde la percusión cubana toma protagonismo. De nuevo es Davis quien explica: en nuestro primer viaje conocimos a dos percusionistas Raúl (Alapón) y Orlando (López), con quienes aprendí sobre música cubana, con quienes estudié música cubana.

Orlando´s walk despide este encuentro: pasan a primer plano los jóvenes músicos, improvisan sobre los maestros, sonríen, se divierten, dan paso a otros. No creo que haya mejor forma de aprender. Gracias Orbert Davis.

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